Justo Urbieta
 

En este 2005 se repiten los actos y referencias a los 126 años de la fundación de Formosa y también al cincuentenario de la provincialización, aspectos ambos ligados íntimamente a nuestra identidad cultural.

En sus mensajes en el interior, el gobernador Gildo Insfrán evoca ante la comunidad el dueto de conceptos porque, como lo ha hecho siempre, insiste en plantear su gestión -tanto en lo atinente a medidas cuanto a obras-con la base de una raíz cultural tramada desde el sentimiento, el modo de ser, de sentir y de pensar de quienes habitan estos territorios.

No deja escapar la ocasión, además, para rendir homenaje a las familias que llegaron a bordo del vapor El Resguardo a la zona portuaria de esta parte del país, a orillas del río Paraguay, acompañando al comandante Luis Jorge Fontana que había encontrado aquí el lugar que buscaba para establecer la nueva capital del Gran Chaco, tras el laudo arbitral del presidente Hayes, de los EEUU, que determinó que Villa Occidental debía convertirse en patrimonio soberano guaraní.

Hace 126 años estábamos en vísperas de la formalización del hecho fundacional que ha tenido tanta significación para los argentinos que ni siquiera tuvieron tiempo de advertirlo porque por entonces no solamente se abría un territorio para acoger a las corrientes migratorias europeas sino que, al mismo tiempo, estaba inaugurándose una etapa nueva, en la que el poblamiento, la presencia física del hombre, pondría límites a los aparentes arrebatos indígenas y a la ausencia de un punto de entrada a la Argentina tras las controversias limítrofes derivadas de la Guerra de la Triple Alianza.

Frente a estos retazos de historia, lo esencial es interrogarse qué es lo que se hizo bien y mal en estos años, cual es la razón por la que no hubo una evolución creciente en todos los campos de la actividad comunitaria y cual es la estrategia a utilizar para que a partir de ahora las generaciones que vienen tengan mejores expectativas y se decidan a quedarse en Formosa para colaborar en la construcción de su destino.

Debemos admitir que jamás Formosa pudo desligarse de los designios de Buenos Aires, a tal punto que aún en nuestros días cada decisión importante que debe tomarse exige estar allí, en la gran ciudad, para resolver los problemas mas nimios de la gente que se vinculan con los programas sociales y laborales, la remisión de vacunas y medicamentos y la derivación de los recursos financieros que hacen falta para que el estado funcione y haya una actividad económica ciertamente activa.

Por eso, no son pocos los que se interrogan si la provincialización fue oportuna, si no hubiese convenio algunos años más de territorio nacional, como ha acontecido con Tierra del Fuego, hasta tanto se consolidaran sus estructuras básicas para el desarrollo.

UNA DEPENDENCIA LATENTE

¿En realidad somos un estado federal? Es la pregunta que frente a la realidad se formulan muchos formoseños. Desde que en 1955 Formosa se convierte en provincia con la organización general que devino de la Convención Constituyente que dio vida a su primera Constitución Provincial-modificada luego en 1991 y 2003-se avanzó en lo político institucional, se fueron creando las instituciones básicas y se partió de la agricultura y la ganadería como las principales generadoras de recursos.

Hoy el nuevo diseño suma a ese basamento las actividades forestales, hidrocarburíferas y turísticas y el natural lanzamiento hacia la etapa industrial.

Pero hasta la década del 60 hubo un problema basal que para muchos se trataba de una simple incomodidad y que se relaciona con las ansias de integración con el resto de la Nación Argentina.
Formosa estaba prácticamente aislada y la realidad mostraba que el país terminaba en el río Bermejo.

Peligrosas balsas eran utilizadas para trasponerlo y viajar hacia Chaco, Corrientes y Santa Fe o Entre Ríos, lugares todavía elegidos por los formoseños para que las familias que estaban en condiciones enviaran a sus hijos a estudiar el secundario y también en la Universidad.

Pero no se limitaba al campo educativo la problemática ya que también la falta de comunicaciones era una barrera para la comercialización de los productos, para el abastecimiento de la población y sobre todo para alcanzar una gravitación dirigencial a nivel nacional que apuntalara el proceso de evolución integral de Formosa.

La única emisora que se convertía en un verdadero bastión en la frontera era LRA 8 Radio Nacional Formosa, frente a la invasión de las radios y luego los canales de televisión del Paraguay que mucho incidía para que los niños y adolescentes confundieran hasta a su propio presidente de la Nación a punto tal que ha sido famosa la anécdota del chico que reveló a una revista de Buenos Aires que el presidente era un hombre rubio de bigotitos, en obvia alusión al paraguayo Alfredo Stroessner.



 

TERRITORIO DE ENTREGA

No hace mucho, Gildo Insfrán hablaba con los periodistas para reconocer que Formosa necesitaba una reparación histórica de la Nación debido a la pertinaz postergación de que fue objeto a lo largo de su historia y que impidieron que tuviese un crecimiento armónico con el resto de sus hermanas del país.

Contaba el mandatario que en los planes de defensa nacional, Formosa era considerada territorio de entrega ante una eventual confrontación con el Paraguay y que por esa causa habían sido nulos los programas orientados a la consolidación de una infraestructura social acorde con el avance de la modernidad.

Dicho de otro modo, hubo una ausencia de la Nación por negligencia, olvido u omisión y también por efectos de una planificación específica derivada de una tensa relación con el Paraguay de Stroessner que hizo que, por ejemplo, se perdieran centenares de kilómetros de cauce del río Pilcomayo o que se ejecutaran proyectos como el de la presa y embalse de El Porteño para el aprovechamiento de sus aguas con fines productivos.

A PARTIR DE LA UNIDAD

De allí que en estas jornadas tan especiales para quienes realmente queremos a Formosa, sería interesante que prenda en el alma y la mente de la clase dirigente que debe interrogarse, de una buena vez, qué puede aportar para que la provincia de Formosa se realice plenamente y avance hacia un destino mejor.

Sin dudas que la respuesta está sustentada en los conceptos de unidad, solidaridad y organización ya que desde allí surgirán actitudes responsables que ,aparte de las diferencias individuales, sean capaces de demostrar que todavía hay hombres que subalternizan los intereses propios para identificarse en los objetivos comunes.

Nadie debe creer que Formosa tendrá resueltos sus problemas cuando el radical se opone en Buenos Aires a lo que pide un peronista. Por fortuna hubo algunas señales alentadoras, como por ejemplo la pavimentación total de la ruta 81,la inminente reactivación del ramal C 25 del Ferrocarril Belgrano y el abordaje responsable de la problemática del Pilcomayo.

Las voces deben sonar con los mismos decibeles ya que hay objetivos significativos que señalan que son muchas más las cosas que demandan unidos a los formoseñas que aquellas que dividen por cuestiones ideológicas o diferencias políticas. Sobre todo porque se transita por una etapa de oportunidad histórica de la que se careció siempre, por lo que sería lamentable desperdiciarla.

HAY TIEMPO PARA COINCIDIR

Estas son épocas de desafíos. Aparece en la escena un gobernador ,como Gildo Insfrán, quien ha logrado sentarse a la mesa de las grandes decisiones nacionales y que el actual Presidente de la Nación comprendiese la mora del gobierno central con esta parte de país y la necesidad de que se corrigiese esa inequidad con el Acta de Reparación Histórica en plena ejecución.

También ha prendido un discurso común en el que se privilegia la identidad propia, los valores esenciales que identifican al formoseño y que hacen confiar en que se convierten en la mejor coraza para impedir influencias dañinas para su destino.
Sin embargo, las necesidades son tantas y los recursos tan escasos que hay para ambos un desafío distinto por delante y es el que les plantea la gente con necesidades.

Los que demandan soluciones y respuestas a sus carencias están expectantes y para ellos debe fortalecerse el propósito de construir una Formosa diferente, basada en el aprovechamiento de sus potencialidades naturales, de sus ricos recursos humanos y de su ubicación privilegiada en el continente. Hay una comprensión abarcadora de esa circunstancia, pese a los matices ideológicos y políticos existentes en la sociedad provincial.

De allí que la avenida de tiempos de coincidencias pueden convertirse en la novedad de los 125 años ya que nadie es tan bueno como tampoco tan malo como para que no se reconozca que los grandes objetivos solamente se alcanzan aunando esfuerzos y voluntades, identificándose en las gestiones y evitando la especulación en cada uno de los emprendimientos.

En estos días se recuerda al comandante Fontana y se recrean pasajes de la historia aldeana para que advirtamos que, pese a las restricciones, las penurias y las lejanías, el espíritu de unidad y solidaridad de las familias pioneras fue útil para despejar las piedras del camino. ¿Si hace tantos años fue posible hacerlo, por que no nos volvemos a interrogar qué podemos hacer los formoseños por nuestra provincia o no al contrario?.

   
 
   
     
6 -Septiembre de 2005
 
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