Raúl
ScalabriniI Ortiz nos ha legado, entre otros descollantes
aportes teóricos, una formulación no tan bien difundida
pero que a mi criterio, adquiere hoy una virtualidad altamente
significativa. Me refiero a aquella que subyace en El Hombre que
está solo y espera, pero que se manifiesta expresamente
en una obra publicada en 1946 por la editorial Reconquista, Los
ferrocarriles son del Pueblo Argentino, bajo el subtítulo
Principios básicos de un orden revolucionario, y que reseña
su tesis sobre nuestra nacionalidad.
Como todo producto teórico, y debido al
proceso de la intertextualidad, pueden encontrarse en dicha tesis,
nítidas huellas de - entre otros - MANUEL ORTIZ PEREYRA
y de JOSÉ VASCONCELOS, sin dejar de mencionar la notable
y evidente influencia que ejerció sobre el "hombrecito
de los ferrocarriles" el periodista y patriota JOSÉ
LUIS TORRES.
Con la intención que el eventual lector
pueda tomar cabal noción de los alcances de dicha enunciación,
voy a transcribir a continuación, una serie de párrafos
especialmente seleccionados, para posteriormente, efectuar sobre
ellos unas breves consideraciones -no sin señalar a modo
liminar- que dicha tesis fue formulada en el marco de una convulsionada
época, donde debate sobre las nacionalidades se encontraba
dominado por el criterio de homogeneización étnico
- racial proveniente del modelo Alemán.
Enseñaba por entonces SCALABRINI que "...
para no errar en el método y soluciones que se preconicen
para encarar y resolver los urgentes problemas sociales que atañen
a grandes núcleos de la población y los problemas
nacionales que atañen a todos sin distinción, será
indispensable tomar constantemente en consideración los
poderosos factores telúricos y étnicos que obran
en el espíritu argentino para entenderlo y en cierta manera,
universalizarlo en su comprensión (...)
La inmensa distancia que nos separa de nuestros
orígenes nos acerca en espíritu a las civilizaciones
autóctonas que estuvieron aquí y que fueron aniquiladas
por el hombre blanco, porque el tiempo es equivalente a la distancia
en acción y la distancia no es nada más que el tiempo
que está acostado (...)
Estamos en esta tierra como si estuviéramos
en una Isla. Esa insularidad como la distancia que nos separa
del hemisferio boreal, sin que nosotros lo sepamos influyen en
la definición de nuestro temperamento con un ahínco
mucho más tenaz del que podría suponerse (...)
Parte no despreciable de la grandeza británica
halló su raíz en el carácter insular ( ...)
El aislamiento isleño tiende a dar a sus habitantes una
homogeneidad difícil de alcanzar en los pueblos continentales
y una solidaridad que se ajusta en la necesidad de resolver sin
ayudas ajenas la eventualidad de los acontecimientos."
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Y
prosigue, "... la amalgama de aportes inmigratorios
y de elementos primigenios de la tierra se acelera en esa inusitada
unidad en que se funden sin esfuerzo el residente de larga fecha
y el recién venido que asiste con azoro a la transmutación
de sus intimidades más celosas (...)
Para las doctrinas racistas esa heterogeneidad
de origen es una tara inamortizable que se expresa en palabras
de resonancias ofensivas: Pueblos mestizos. Pero en esa pluralidad
de origen reside justamente una de las firmes esperanzas de la
grandeza Argentina. El producto de procreaciones sucesivas de
seres idénticos tiende a conformar seres especializados
en que las cualidades no fundamentales se relajan hasta desaparecer.
El monogeno es por naturaleza incomprensivo,
intolerante, y por tanto, específicamente negado a la política
y al ingenio que su realización requiere y el ingenio de
la política es la manifestación más alta
de la inteligencia humana."
Así, "... el MULTIGENO, el ser de
orígenes plurales, tiene brechas abiertas hacia todos los
horizontes de la comprensión tolerante. En cada dirección
de la vida, hay un antecedente que le instruye en una benigna
coparticipación de sentimientos. Nada de lo humano le es
ajeno.
Nada humano le sorprende y asiste al espectáculo
de la vida como si todo hubiera sido suyo. El arquetipo del argentino
es el hijo primero de nadie que tiene que prolongarlo todo (...)
Los pueblos que se caracterizaron por su ingenio político
fueron multígenos (...)
Los monógenos son técnicos y los
técnicos estuvieron siempre en subordinación de
los políticos. La grandeza del hombre no se mide por su
capacidad técnica, se mide por su aptitud para sentir e
interpretar la mayor suma de almas, base de toda acción
política."
Y concluye "Sobre estos cuatro pilares:
el aislamiento, la insularidad, la unidad territorial y la pluralidad
de origen se asienta la estabilidad inconmovible de la grandeza
auténtica de esa muchedumbre sudorosa que el 17 de octubre
cubría la plaza de mayo y colmaba sus espacios con un solo
reclamo articulado con la devoción de quien expresa la
raíz suficiente de su propia razón de ser ."
Como surge nítidamente de los textos,
el autor plantea cuatro ejes sobre los que a su criterio, debería
abordarse la cuestión de la nacionalidad: La insularidad
estructural y el consecuente aislamiento (hechos que considera
positivos a los efectos cohesivos), la unidad territorial, y por
último la pluralidad de origen. Si bien todos los aspectos
tratados por el autor resultan relevantes y deberían constituirse
en objetos centrales de la investigación académica,
voy a concentrarme en este trabajo en el último aspecto,
es decir, en la pluralidad de origen.
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