La pluma de Chacho Alcaraz, como otros tantos poetas que cantan a Formosa, inmortaliza en estos versos a la antigua Colonia Alfonso…

Rescatándola desde la historia y desde sus tradiciones, con un aroma y un color de contrastes pioneros que hablan de la construcción amorosa del devenir de una comunidad.

Un pueblo con historia es un pueblo con identidad, y como cada localidad formoseña, este es un pueblo con realidad y con proyección. Desde estas premisas básicas y simples pondremos nuestra visión en la proyección popular de esta particular edición de la Fiesta Provincial del Pomelo, su colateralidad Ferial de contexto creciente y su atractivo Regional, Nacional y Latinoamericano.

Llegamos a Laguna Blanca a mitad de semana, haciendo escalas en Clorinda y otras localidades aledañas con el fin de tomar conocimiento de datos que nos permitieran algunos pronósticos. La realidad iba más allá de lo que habíamos pensado, pues nuestra visión era la de simples protagonistas de una parte de la fiesta, y lo que encontrábamos a nuestro paso tenía puntos de gran efervescencia.

Hoteles saturados por reservas anticipadas, casas de familia esperando visitas de varios puntos del país, y la ruta con movimientos significativos durante las 24 horas. Había algo diferente a lo que estábamos esperando, y les aseguro que somos optimistas.

Laguna Blanca a nuestra llegada era un mar de brazos abiertos. Los patios poblados de carpas, que bajo la fronda verde, daban una nota de color inusitado. Hogares cargados de risas, guitarras y canto, habrían su intimidad a quien llegara.

Y el Predio ferial que se llenaba de la realidad del presente nuevo, de la mano de cada formoseño que llegaba para mostrar lo suyo desde la diversidad, que es nuestra identidad, y que hoy florece no solo en lo cultural, sino fundamentalmente en lo productivo.

Y aquí comienza a aparecer algo realmente importante para la consolidación de nuestros sueños la participación de nuestra juventud, que fue altísima, y desde todos los aspectos, las artes, la producción artesanal, o simplemente como público. Trabajaron, cantaron y bailaron; realmente vivieron cada espacio y cada tiempo de lo ofrecido por esta fiesta de encuentros y hermandad.

Señales inequívocas de un cambio se mostraron desde el primer día. Ese viernes el tiempo se volvió inestable y los pronósticos de participación quedaron reducidos a buenos deseos.

 

Nosotros entramos al predio con los relámpagos, y estuvimos en el acto inaugural recibiendo las bendiciones muy cerca del Dr. Insfrán y la comitiva oficial. Había mucha gente…

La apertura de la primera de las tres noches recibió la bendición de un aguacero y parecía que todo se desmoronaba, la gente corrió, se guareció, pero a los pocos minutos volvió a llenar el predio, de pie por las sillas mojadas. Y aún más, soportó otro aguacero y la temperatura que descendió a escalas muy frías.

Y estuvo hasta las cinco de la mañana, con un espíritu festivo y de hermandad sorprendente. La gente se apropió de la Fiesta del Pomelo desde este primer día.
Sábado con llovizna. Una garúa persistente y molesta. Nadie se dio por enterado.

El Polideportivo Evita estaba lleno desde la media tarde. Todos parecían contagiarse. Aunque no podemos hablar de todo, porque no vimos todo, nuestra visión es muy parcial pues es imposible abarcar todo esto que sucedía en forma simultánea. La noche nos llevo de vuelta al gran escenario. Había muchísima gente.

Otra vez a la hora
de la apertura la lluvia dijo aquí estoy. La gente no se movió, la fiesta se hizo oración por la Virgen del Carmen, nuestra Patrona, y la lluvia se volvió nada.

Pero estas Bodas de Plata de la Fiesta Provincial del Pomelo debían tener un corolario contundente. Más allá de los artistas y de la lluvia y del frío. El sol brilló ese domingo, el pueblo y su fe habían vencido al mal tiempo.

Jamás a Laguna Blanca habrán llegado tantos visitantes, nunca habrán estacionado en sus calles tantos vehículos. A las tres de la tarde familias enteras ocupaban una gran parte del playón frente al gran escenario.

Al finalizar el magnífico desfile de carrozas, eran decenas de miles los que alimentaban aquel mar humano, que visto desde lo alto del escenario nos daba la respuesta más contundente para cualquier cuestión que pudiéramos hacernos con respecto a lo acertado o no de estas celebraciones populares.

¿Qué era lo nuevo? Probablemente este pueblo del que somos parte, que hace explícita su actitud ante la historia nueva. Porque son los formoseños los que están coronando estos encuentros con su presencia multitudinaria, y que nos reafirma a cada paso que así, todos juntos, vamos a seguir escribiendo esta historia nueva desde la pertenencia y la valoración de lo nuestro.

7 Julio / Agosto de 2005
 
Página 6 - Indice - Página 8