Luis Argañaraz Capdevilla - Clemar R. Morales - Francisco Rodríguez
 
 


BREVE HISTORIA E INSERCION DE LA "COPLA" EN EL PAIS


Es fundamental y necesario, a los fines de establecer como la copla se introduce, dispersa y asienta, referimos a las tres corrientes colonizadoras portadoras de la cultura que hoy disfrutamos, especialmente la folklórica. Podemos retroceder en el tiempo y partir de la conquista, puesto que el guerrero español además de su espada, era portador de una forma de vida, de una cultura, un sentimiento religioso etc.

Por otra parte la mayoría de ellos no regresaban a España, sino que se quedaban a poblar deslumbrados por la generosa fertilidad de la tierra. Lógico es que con la colonización, estos elementos se afianzaron y acrecentaron.

Debemos aclarar que en cuanto a la cultura general de las tres corrientes colonizadoras, innegablemente se produjo el proceso de aculturación, y en algún grado el de inculturación –respuesta del medio con sus elementos- desde el comienzo mismo de la conquista.

En cambio la cultura folklórica ha necesitado de un largo proceso, después de fusionarse las expresiones indígenas con el elemento español, y así emprender ese lento, pero dinámico y secular proceso de folklorización, desde el contacto mismo entre ambas culturas.

Haremos una breve reseña de la penetración de las tres corrientes culturales:

1) diferenciar folklóricamente las corrientes culturales.

2) caracterizar, atento a las regiones, el tipo de folklore

3) fundamentalmente determinar el asentamiento de la copla.

LA CORRIENTE COLONIZADORA DEL ESTE

Vino directamente de España a través del Atlántico a Buenos Aires, y se constituyó, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, en el más importante centro irradiador de cultura, aportando los elementos necesarios para que con el tiempo se configure lo que hoy conocemos como folklore pampeano, donde sin lugar a dudas la copla hizo su aporte.

LA CORRIENTE COLONIZADORA DEL OESTE

Provino de Chile, cruzando los Andes se extendió por las provincias cuyanas, es decir, Mendoza, San Juan, y San Luis. Esta corriente aportó muy poco de su cultura, no obstante, la copla contribuyó a la formación del folklore cuyano.

LA CORRIENTE COLONIZADORA DEL NORTE

Bajó del Alto Perú, se internó por la actual Quebrada de Humahuaca y de los Valles Calchaquíes. Esta cultura con el tiempo irradió su influencia por casi toda la vasta región del noroeste, conocida en ese entonces con el genérico nombre de Tucumán. En esa época Tucumán, Salta y Córdoba se convirtieron en los centros culturales más importantes.

Es importante destacar que los elementos artísticos derivados de esta corriente, ya presentaba una fusión de elementos hispánicos –renacentista- que con el arte de la llamada escuela Cuzqueña, la unión de los elementos artísticos españoles con las expresiones indígenas, dieron origen precisamente al arte mestizo.

Esta corriente es la que ha aportado un mayor caudal de elementos para nuestro folklore, por lo siguiente:

1) Porque antes de entrar a nuestro país, ya en el Alto Perú, los caracteres artísticos españoles han sufrido un proceso de americanización.

2) Porque en el noroeste argentino la copla española se encuentra con expresiones nativas, como la Vidala, la Baguala, el Yaraví, el Huaino y otras, y en sagrada comunión, cruzan ríos y llanos hasta tocar tierra formoseña, la que orgullosa acuna toda la heredad de sus primeros pobladores.

 


LUGARES DE ASENTAMIENTO

Para buscar los antecedentes, es lógico que se tenga que atender a una de las líneas copleras de Salta, la que se sitúa en la zona de Oran, y que va bajando con un rumbo sur-este, pasa por Embarcación y penetra por Pluma de Pato y Los Blancos hacia nuestro oeste, que es donde se afinca y luego se expande hacia el centro de Formosa.

No obstante, no se puede decir que la copla formoseña mantiene esa línea original que le conocemos a la salteña-oranence. Pierde en primer lugar, casi por completo el acompañamiento de percusión tan característico de la vecina provincia, como lo es la caja. Tan necesaria para un norteño, que alaba a su cajita coplera de la siguiente manera:”esta cajita que toco//tiene boca y sabe hablar//solo le faltan los ojos//para ayudarme a llorar”.

A esto tenemos que agregarle un cambio en su aspecto formal, ya que sus versos sufren diversas alteraciones, que en algunos casos se producen en la disparidad de rimas, en otros en el alargue de algunos de sus versos, aumentando el número de sílabas, lo cual produce un desajuste poco grato para el oído, puesto que quiebra su ritmo sonoro.

Quizás nuestro hombre del oeste deja de lado este detalle, por desconocimiento de las reglas que guardan las coplas en su versificación. Otra característica que se puede señalar es que, en nuestro oeste, se canta la copla sin ningún acompañamiento, con la sola expresión de la voz. En otras ocasiones, por lo general en rueda de amigos, se suele acompañar con la guitarra, que contribuye a que la misma suene entonada.

Podemos decir también que hay dos formas de entonación en la copla formoseña, una, altisonante en casi toda la estrofa, que sigue con fidelidad a su antecesora salteña y la otra, que es un poco conversada y con una corta elevación hacia el final del verso. Esta última tiene su zona de ubicación desde Pozo del Tigre, Estanislao del Campo, y parte sur de Ibarreta y Perín.

INSERCION EN NUESTRO TERRITORIO

¿Hasta dónde abarca el recorrido geográfico de la copla formoseña? Podríamos decir, tomando como punto de referencia la línea férrea, que este sería desde el límite con Salta hasta Ibarreta, de Norte a Sur. En el Norte llega hasta Villa General Güemes, una de las localidades en donde más se mantuvieron, pese a las muchas influencias del Paraguay en esa zona, nuestras costumbres folklóricas; el canto, la danza, las comidas y por supuesto la copla.

Es, en este recorrido, donde encontramos algo muy particular que ocurre con el hombre que vino desde Salta o Santiago y seguramente que por sus costumbres hizo que la gente proveniente del este de la provincia lo llamaran “criollo” o también “chaqueño”.

Ese es el hombre que coplea precisamente, el criollo. Y uno puede ver en la vestimenta, en la vivienda, montados y todo lo que hace a su “modus vivendi”, que se identifica con la figura legendaria del gaucho, que es el más fiel exponente de la raza criolla del país.

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-Julio / Agosto de 2005
 
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