El
hombre nuevo, para mi pobre perspicacia, es el hombre
de los tiempos nuevos. Con la visión de tiempo desde nuestra
realidad provinciana, que no esta fuera de los tiempos planetarios.
No somos una isla. Estamos transitando los mismos tiempos del
planeta, con una realidad diferente. Este tiempo nuevo, es el
que estamos construyendo todos y cada uno de los habitantes de
esta provincia, en el contexto de la edificación del futuro
nacional, continental y mundial. Para ello existe una propuesta
desde un Modelo Provincial que tiene Proyectos en marcha para
llegar al mismo.
Todo
modelo tiene que ver con las potencialidades propias
de los hombres y de la tierra que ocupan, con el reconocimiento
de su culturalidad particular, con los medios que se cuenta, con
la aplicación y administración de esos medios y
con las cualidades humanas para asumir ese tiempo y ese modelo
o para proponer otro superador.
Así
es como; si en nuestra visión provinciana creemos
que los tiempos nuevos requerirán de hombres con nuevas
capacidades desarrolladas desde su potencial, para la visión
de las superestructuras que dominan la realidad planetaria el
modelo de hombre nuevo, útil para sus proyectos y modelo,
ya esta en marcha desde hace mucho tiempo. Y es un hombre sin
raíces, sin cultura propia, sin creencias profundas, incapaz
de pensar en proyectarse dentro de su comunidad. Un hombre a la
intemperie, habitante de un planeta cultural y económicamente
globalizado de acuerdo a los intereses de esas superestructuras.
Un número carente de potencial.
Para
El, los poderes dominantes tienen planificaciones que
se cumplen a cualquier costo. Tienen categorías, los hay
de primera, de segunda, de tercera, de última. Los unos
viven, los otros sobreviven y los demás deben esperar indefinidamente.
La globalización como proyecto de los grandes poderes mundiales
es una planificación político-financiera de base
científica con sustento militar, y con una meta de expansión
hegemónica sin límites. ¿Es posible enfrentar
esta realidad?
Modelo,
proyecto, hombre nuevo; no son entelequias que nacen
de ofuscamientos políticos coyunturales. Son elementos
sustantivos que tienen que ver con la necesidad de proyectar al
futuro a un pueblo con realidades culturales propias, que debe
enfrentar, desde la resistencia, al modelo de la oferta globalizada,
manteniendo su identidad y sus potencialidades intactas. Un pueblo
con contenidos para desarrollarse y realizarse sin ser fagocitado
por este sistema global imperante.
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Estos
contenidos están, viablemente, en cada uno de
los habitantes de nuestro subcontinente, lo aprendimos de nuestro
propio devenir histórico, por lo tanto están en
los argentinos que habitamos estas latitudes. El compromiso es
vigorizarlos desde la información sistemática que
permitirá una formación acorde con los tiempos por
venir.
El
tratamiento de la información es clave en el proceso
de definición de este porvenir, pues ella actúa
sobre la conciencia de las personas y puede producir efectos absolutamente
dispares. Es una de las armas que utiliza la contracultura para
manipular el patrimonio humano del ser y el pertenecer.
Para
la construcción de nuestro horizonte, esta información
debe llegar a todos con contenidos sobre la realidad cultural
de nuestras herencias, manteniendo la identidad; con el conocimiento
sobre nosotros, los habitantes, el territorio que habitamos y
su potencial; con la comprensión y asimilación de
que el futuro es para aquellos que se forman en plenitud.
Debemos
apropiarnos desde ese conocimiento de aquellas realizaciones
específicas de nuestro pueblo, desde cada ámbito
de las acciones humanas, sean de infraestructura, tecnológicas,
artísticas, científicas, de producción, de
creatividad, etc. Si somos capaces de apropiarnos y valorarlos,
estaremos dando un paso primordial a la aprobación del
futuro que queremos construir con nuestra impronta y creatividad.
Este último componente sirve para todos los ámbitos,
la creatividad es el elemento más importante para la liberación
y realización de los pueblos.
Cuando se habla del hombre nuevo no se esta tirando
las herencias por la ventana, ni se trata de imponer modelos culturales,
se esta hablando de hacerlas fuertes y proyectarlas hacia los
tiempos nuevos con posibilidades ciertas.
Es
una tarea titánica, que necesita de todos y cada
uno de nosotros, libres, concientemente informados, en la cúspide
de nuestra identidad cultural, trabajando con las generaciones
en crecimiento que si necesitan saber ser formoseños, argentinos
y latinoamericanos. Se trata de la vieja disyuntiva: ser un pueblo
con libertad y futuro, o anclarnos en el tiempo para ser fagocitados
por el sistema dominante.
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