Julio Urbieta
 
Cuando se cumplieron en Buenos Aires los festejos por el 25 de Mayo, que el año pasado memoraron la gesta de 1810 y el primer año de gestión presidencial de Néstor Kirchner, surgió en el argumento celebratorio lo concerniente a la necesidad de potenciar los valores culturales propios y de acentuar la identidad en lo interno y en el marco del continente, como vallado natural contra los modelos foráneos que amenazan con mellar las bases de sustentación popular y sus aspiraciones de realización plena.

El hecho de que
los tobas del coro Los Chacas del barrio Nam Qom hayan sido invitados para el gigantesco festival junto con el cubano Silvio Rodríguez y el filipino-español Luís Eduardo Aute, habitante por muchos años de la isla caribeña, así como la presencia de otros artistas populares del país y Latinoamérica, marcan una tendencia clara acerca del cambio de mirada de los gobiernos y los pueblos tentados por las luces de Europa o el poder económico de EEUU.

Este llamado de las raíces no es nuevo en Formosa y ha tenido su arranque con la gestión inicial de Gildo Insfrán quien cuando comenzó a hablar de estos temas recibió una andanada de objeciones desde adentro mismo de su partido, desde otros sectores comunitarios y también de entidades que veían en esta apertura hacia el interior que hacía el mandatario una suerte de arremetida xenófoba o discriminatoria.
Progresivamente el mensaje fue cobrando claridad y se extendió a comunidades extraprovinciales que comenzaron a visualizar que la verdadera distinción se había hecho con estados periféricos como Formosa que fueron postergados en sus aspiraciones de evolución económica lo que había determinado su realidad social limitada.

DESDE LA INTEGRACION

Cuando a Insfrán le tocó presidir CRECENEA Litoral, transmitía a gobernadores y empresarios de Brasil y Paraguay la necesidad de afirmar los procesos de integración no solamente a partir de lo económico y comercial sino, fundamentalmente, desde lo humano en el afán de avanzar hacia el universalismo, desde el continentalismo, según lo preconizara Juan Perón, creador del movimiento al que pertenece el gobernador actual.

Y explicaba que este esfuerzo integrador sin precedentes en la historia de los pueblos proponía una Formosa que tomase lo mejor del mundo del espíritu, de las ideas y de los sentidos para agregarle a ello todo lo propio, lo autóctono, para desarrollar un profundo sentido de pertenencia. Esto que también consignaba ante los diputados en 1999, tenía que ver con su criterio de que ese era el camino único para la preservación de la identidad y de nuestra auto identificación.

 

Hubo dirigentes que ocuparon planos centrales de la política que pretendían que Insfrán cambiara hasta su forma de hablar ya que, al parecer, les molestaba su claro acento regional, con tonalidad guaranítica.

Gildo Insfrán no solamente que le restó mérito a esas críticas -rayanas en el menoscabo personal, a tal punto que fue justamente ese año, tema de las tribunas en las campañas proselitistas-sino que avanzó aún más a punto tal de alternar el castellano y el guaraní en sus discursos a la gente.

PARA CHILE ME VOY

Cuando hacia fines de abril de 2004 Insfrán sorprendió con su viaje a Chile sus críticos quedaron atónitos cuando descubrieron que lo que pregonaba ya en sus épocas de diputado y de vicegobernador no era una fantasía propia sino el sentimiento arrumbado de millones de dirigentes de América Latina que con el paso de los años fueron aplicando este sentimiento continentalista e integrador desde los lugares públicos y privados que iban ganando.

En Valparaíso se realizó los días 22 y 23 de abril del año último el Primer Encuentro de Gobernadores, Intendentes y Prefectos de Países de América Latina durante el cual no solamente quedó ratificado el anhelo masivo de integración latinoamericana desde el regionalismo sino que se expresaron los repetidos conceptos del gobernador sobre la autoidentificación y la ponderación de la cultura para responder a los excesos de la globalización arrolladora.

Además de quedar manifiesta la inquietud por el centralismo de los respectivos países por obstaculizar el desarrollo-aspecto que aquí se connota con el discurso ferviente a favor del federalismo-se coincidió en que la integración social y cultural se vio fuertemente influenciada por la globalización de los medios de comunicación por lo que hubo demandas para accionar de consuno para la recuperación de la identidad cultural, respetando a cada pueblo desde la historia y las raíces.

En el acta de
Valparaíso se consignaba que “la integración latinoamericana es un megaproyecto que implica todas las áreas de desarrollo, debiendo ponerse atención primaria en la sustentabilidad humana que tenga en su centro a los amplios sectores más desprotegidos de nuestros territorios”.

Algo que ya está contenido en la propia Constitución Provincial fue propuesto con ansiedad por los mandatarios continentales en Valparaíso y Viña del Mar: “Debemos identificarnos como “nosotros” creando un territorio y una pluriculturalidad latinoamericana”.

 
10
Abril de 2005
 
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