Margarita Diez
 

 

 
 
Ya sientes tu áspero destino
en la rústica tela que te cubre,
sabes a resina, humo y viento Norte
y te duermes con el golpe rítmico del hacha.
Cachorro de hombre de los montes,
engendrado en un ritual sin ansias
en un breve llamado de la especie.

Perpetúas una imagen triste y taciturna
y el vuelo sutil de una esperanza.
Sonrisa inaugurada con el canto del jilguero
y pasos vacilantes en las picadas.
Tu llanto de madera y soledades,
quiebra en aristas de colores
el redondo destino de los tuyos.

Cachorro de hombre de montes,
tu nombre lo inventaron las cigarras,
cuando el estío desovillaba sus ocres en la tarde
y el hacha asesinaba al sol entre el follaje.
Quiero hacer un cálido nido entre mis manos,
para cobijar tu destino sin herencias
y conjurar con mis versos tu pequeño horizonte,
del hueco de horcón y lona de tu cuna.

Después, transitarás senderos desgastados
y habitados por mil ecos cotidianos
donde tu voz, será también quimera.

 
 
Margarita Diez
 
 
13
Marzo de 2005
 
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