En las mismas barrancas donde hace poco más de un siglo se jalonaba un hito trascendental en la historia del Gran Chaco, aquel 22 de mayo de 2.003 se escribía una nueva página, de cara al río, sellando un compromiso legítimo con las generaciones del futuro, sueño y anhelo de la comunidad formoseña que se hacen realidad.

Por razones que seguramente la historia definirá en el tiempo, Formosa nunca pudo establecer una relación continua con el milenario Río. Aún cuando sabía por tradición que los Padres Fundadores llegaron por Él hasta estas costas. Río que fue y es sustento, puerta de entrada y salida de nuestra producción, de nuestros éxodos y retornos en tramos imborrables de nuestro devenir. Tuvimos muchos encuentros y desencuentros con el Padre Río, muchas veces puso a prueba nuestro coraje y temple, una constante universal en los pueblos ribereños. Con estos 126 años de historia propia, necesitaríamos horas para hablar de nuestra relación con el río, una historia de amores y leyendas que aquel 22 de mayo escribía una de sus páginas históricas.
 
Fue aquel día el reencuentro con el río. Este río camino que nos trajo al hogar, con aquellas expediciones que rubricaron el empuje del Comandante Luis Jorge Fontana y de nuestros abuelos pioneros.

De aquellas barrancas virginales que abrían la imaginación hacia lo inexplorado, y endulzaban los sentidos con el verde lujurioso de las costas, allí donde solo los trinos de aves soñadoras rompían la quietud del silencio, a la magnificencia que contagia a nuestro sentir provinciano la realidad de nuestra costanera, ha pasado toda la historia de Formosa.

Hoy este paseo sin igual es parte del rostro cotidiano de nuestra ciudad capital, patrimonio de cada uno de los que habitamos esta Provincia. Así lo hemos asumido y así lo mostramos al mundo. Verdaderamente esta foto de tapa vale más que mil palabras.

 
 
3 Febrero de 2005
 
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