La
identidad es un atributo indispensable de cada
miembro de la especie humana, no hay sujeto social sin
identidad, aún bajo formas extremas y negativas
que lo colocan fuera de los límites de cualquier
forma de comunidad social. Es un aspecto crucial de la
reproducción cultural, es la cultura internalizada
en sujetos, apropiada bajo la forma de una conciencia
de si en el contexto, con un campo ilimitado de significaciones
compartidas con otros.
En
toda
sociedad conviven grupos diferentes, cuya identidad social
se forma en función de variables como: forma de
pensar, comunicación, origen étnico o de
clase, adscripción social etc. El otro es una condición
normal de la convivencia social, base de toda identidad
colectiva, pero varia la distancia que nos separa del
otro y la carga afectiva hacia el otro.
La
provincia de Formosa no escapa a esta situación,
está conformada por una realidad pluricultural
y multilingüista, la integran comunidades nativas,
aborígenes e inmigrantes, en muchos casos comunidades
bilingües. En la zona norte de la provincia la población
mayoritariamente es bilingüe, se expresa en guaraní
y español o utiliza el Ñeé Yopará
(en guaraní “jopará”significa
mezcla) que es la combinación o fusión de
los dos idiomas.
Esto
es así porque toda esta área de
la provincia fue prácticamente colonizada por corrientes
migratorias provenientes del Paraguay, en esta zona el
guaraní se mantiene vigente y seguramente lo será
siempre, debido al tráfico comercial y cultural
permanente que se da en esta zona de frontera. Si bien
la lengua de mayor prestigio es el español, el
guaraní goza de la lealtad de los hablantes.
Formosa esta enclavada en límites
internacionales y es probablemente una de las dos puertas
de entrada más importante para los migrantes paraguayos
que ingresan a la provincia algunos con la intención
de permanecer y otros en calidad de trabajadores estacionarios.
Esta situación y la amplia interacción
que se plantea en esta zona, conforman una “situación
de frontera” especial, en donde coexisten patrones
culturales, producto de esta interacción, y una
movilización fluida propia de la región
que tienen raíces históricas y culturales
comunes, tratándose de movimientos intraregionales
que debido a la presencia de una frontera política,
impuesta por instrumento legal (ley 18.775) se dio en
llamarlos migraciones internacionales.
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Para
analizar esta situación fronteriza que se
da en el noreste de la Provincia de Formosa (departamento
Pilcomayo y Pilagá) y el sur de Paraguay, tomaremos
el tercer aspecto que William Douglass plantea sobre frontera,
como un espacio de transición, una zona fronteriza
“donde no se distinguen meramente sistemas sociales,
culturales, económicos y políticos, sino más
bien que determinan la zona en donde tales sistemas se interpretan
mutuamente de modo especial” .
Un lugar dónde a pesar de los diferencias
entre los de un lado y otro, comparten formas culturales
e intereses, planteándose una serie de interacciones
que los asemejan, por ejemplo: el manejo de dos lenguas
(castellano – guaraní), los lazos de parentesco
(entrecruzamiento de familias), realización de actividades
socio – culturales interfronterizas (asociaciones,
ferias, etc.) que conforman la “identidad fronteriza”
a la que reconocen como patrimonio cultural propio.
Por
lo tanto es en la zona fronteriza del noreste donde
la nacionalidad es una variable que pierde importancia,
ya que en la misma se profundizan los intercambios de manera
significativa y es frecuente la doble nacionalidad, procesos
de hibridización cultural o mezcla de nacionalidades
que trae aparejado una particular combinación de
cultura.
La
lengua que más se habla en esta zona fronteriza
es el yopará, en el que los pobladores realizan sus
transacciones comerciales, expresan sus sentimientos, emociones
y educan a sus hijos, en general no es visto como un problema,
sino como algo que facilita la comunicación y permite
reafirmar las relaciones sociales y la identificación
con los otros.
Teniendo en cuenta esto es que cualquier intento
conservacionista de la identidad en esta zona fronteriza
fracasará si solo se le deja a la lengua y a la cultura,
el espacio ambiguo del folklore y no sé lo dinamiza
como recurso de expresión y comunicación.
Alfabetizar a los niños y adultos en dos lenguas
es costoso y difícil, pero más costoso es
no hacerlo en el momento adecuado. La educación bilingüe
en esta zona de contacto cultural, además de conservar
la identidad, “será el motor que impulse una
nueva cultura de la integración regional, y elimine
los bolsones de los dialectos marginales”. |
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