Scalabrini
visualizaba en su época la conformación de dos tipos
nacionales de acuerdo a la configuración étnico-racial
de sus componentes; Las MONÓGENAS, es decir aquellas dotadas
de una estructura étnica racial homogénea, y las
MULTIGENAS, es decir aquellas conformadas a partir de la pluralidad
de origen. El autor ubicaba Ibero América en general, y
a nuestro país en particular, dentro de esta segunda categoría.
El carácter MULTÍGENO de una nación
lo determina el nivel de mixtura racial y cultural. Dicho fenómeno
para SCALABRINI se erige en el carácter más significativo
y relevante de nuestra nacionalidad, y sobre tal evento, depositó
sus mayores expectativas.
He aquí una muestra más de la
lucidez de don RAÚL, quien en su tiempo, no sólo
visualizó los desafíos cada vez más complejos
a los que deberá enfrentarse el ser humano, sino además,
advirtió sobre las potencialidades que presupone la existencia
en el seno de nuestra comunidad de componentes plurales, para
la comprensión y resolución de dichos desafíos.
Cabe interrogarse cuál fue la razón
por la que desde diversos sectores de la vida argentina esta conformación
plural fue y es vista en la actualidad como signo de debilidad.
Para responder a dicha incógnita debe entenderse que aún
hoy, desde ciertos sectores de nuestra inteligencia, emerge una
postura racista que, aunque no lo suficientemente explícita,
presupone la preeminencia de ciertas razas sobre otras.
El modelo de nación pan - germánica
desarrollado durante el siglo pasado por ejemplo - y aún
a pesar de la derrota del eje - sigue siendo puesto como modelo
de nación exitosa. Formulaciones similares se esbozan sobre
Sajones y Nipones. Ambas tienden a identificar la homogeneidad
con la fortaleza y el mestizaje con la debilidad.
La vindicación del componente plural de
nuestra raza no resulta una enunciación original de SCALABRINI.
Ya a principios del siglo pasado, el mexicano VASCONCELLOS en
su Raza Cósmica definía una tesis sobre la multigenidad.
Pero la importancia del pensamiento SCALABRINIANO en ese sentido
radica en el meduloso análisis de las potencias de un emergente
plural especifico, el nuestro, el argentino.
En esta línea de ideas, debe tenerse en
consideración un dato de la realidad incontrastable: nuestra
América es testigo y protagonista a la vez de la formación
de naciones de base plural. Tanto el modelo sajón como
el iberoamericano presuponen la convivencia de particularismos.
Ante tal antecedente, puede uno perfectamente
interrogarse sobre la existencia de diferencias entre un modelo
y otro, y de existir tales diferencias, cuáles son las
consecuencias prácticas. Para responder a tal enigma, hay
que forzosamente retrotraerse al período de la conquista
y allí encontraremos las primeras claves para develarlo.
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El
proceso de conquista en la América del norte por
parte de los sajones no contempló la menor posibilidad
de mixtura racial. Los Cuáqueros poblaron inicialmente
el este del continente con familias provenientes de la Britana,
y posteriormente, avanzaron hacia el oeste eliminando todo vestigio
posible de las comunidades originarias.
En todo este proceso existió un verdadero
tabú sexual tendiente a la protección racial, un
verdadero mecanismo de preservación étnica cuyo
origen puede encontrarse - entre otras razones - en el nítido
carácter insular de la Gran Bretaña. Por el contrario,
dentro del sistema diseñado por los íberos a partir
de las capitulaciones y demás normas e instituciones que
establecieron la relación entre la España y La América,
la mixtura estaba perfectamente contemplada.
Cabe destacar ya que la mismísima España
llega estos lares luego de amplios períodos de profundo
mestizaje, y que los contingentes iniciales de expedicionarios
eran de hombres solos. La diferencia surge a primera vista. La
nación del norte fue erigida a partir de la preservación
absoluta de los componentes étnico - culturales del mundo
sajón, y ulteriormente, ante la necesidad del ampliar las
bases humanas, se diseñó un "sueño americano",
es decir un conjunto de valores abarcativos que permitieran la
integración nacional.
En cierto sentido la nacionalidad americana es
de base contractual. Resulta un verdadero contrato de adhesión.
La del sur por su parte surgió a partir de la mixturación.
No hubo tabú sexual. La mezcla inicial entre lo español
y lo originario, determinó no solamente el surgimiento
de un producto sociológico relevante, es decir de una raza
nueva, sino también una forma específica de constitución
de la nacionalidad a partir del entrelazamiento.
El modelo de nacionalidad entonces no partió
de preeminencia y la convocatoria de un componente racial determinado,
sino muy por el contrario, emergió y emerge del sustrato,
se construye a partir de relaciones que se producen en el sustrato
social. De allí, las dificultades para establecer un destino
y un sentido común, pero a la vez, su potencialidad extraordinaria
SCALABRINI comprendió la importancia estratégica
de la pluralidad de origen y nos legó una tesis que bien
valdría la pena profundizar.
Aunque desde algún sector pueda tacharse
de anacrónico este debate, recomiendo a los eternos contreras
tomarse el trabajo de analizar las líneas de investigación
en el campo de sociología de naciones tan particulares
como los EEUU, Inglaterra o Alemania, y además, observar
sin anteojeras, los eventos políticos que están
aconteciendo en el mundo, los que de por sí, obligan a
reactualizar polémica sobre la constitución de la
nacionalidades.
Provincias como Formosa, han empezado a andar
el camino a partir de un concienzudo análisis sobre su
propio ser, el ser formoseño, como parte del ser nacional.
Es de esperar que nuestro mundillo académico contribuya
de una vez por todas con éste, nuestro irrenunciable reto
colectivo.”
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