Lilian del Carmen Bistolfi

Scalabrini visualizaba en su época la conformación de dos tipos nacionales de acuerdo a la configuración étnico-racial de sus componentes; Las MONÓGENAS, es decir aquellas dotadas de una estructura étnica racial homogénea, y las MULTIGENAS, es decir aquellas conformadas a partir de la pluralidad de origen. El autor ubicaba Ibero América en general, y a nuestro país en particular, dentro de esta segunda categoría.

El carácter MULTÍGENO de una nación lo determina el nivel de mixtura racial y cultural. Dicho fenómeno para SCALABRINI se erige en el carácter más significativo y relevante de nuestra nacionalidad, y sobre tal evento, depositó sus mayores expectativas.

He aquí una muestra más de la lucidez de don RAÚL, quien en su tiempo, no sólo visualizó los desafíos cada vez más complejos a los que deberá enfrentarse el ser humano, sino además, advirtió sobre las potencialidades que presupone la existencia en el seno de nuestra comunidad de componentes plurales, para la comprensión y resolución de dichos desafíos.

Cabe interrogarse cuál fue la razón por la que desde diversos sectores de la vida argentina esta conformación plural fue y es vista en la actualidad como signo de debilidad. Para responder a dicha incógnita debe entenderse que aún hoy, desde ciertos sectores de nuestra inteligencia, emerge una postura racista que, aunque no lo suficientemente explícita, presupone la preeminencia de ciertas razas sobre otras.

El modelo de nación pan - germánica desarrollado durante el siglo pasado por ejemplo - y aún a pesar de la derrota del eje - sigue siendo puesto como modelo de nación exitosa. Formulaciones similares se esbozan sobre Sajones y Nipones. Ambas tienden a identificar la homogeneidad con la fortaleza y el mestizaje con la debilidad.

La vindicación del componente plural de nuestra raza no resulta una enunciación original de SCALABRINI. Ya a principios del siglo pasado, el mexicano VASCONCELLOS en su Raza Cósmica definía una tesis sobre la multigenidad. Pero la importancia del pensamiento SCALABRINIANO en ese sentido radica en el meduloso análisis de las potencias de un emergente plural especifico, el nuestro, el argentino.

En esta línea de ideas, debe tenerse en consideración un dato de la realidad incontrastable: nuestra América es testigo y protagonista a la vez de la formación de naciones de base plural. Tanto el modelo sajón como el iberoamericano presuponen la convivencia de particularismos.

Ante tal antecedente, puede uno perfectamente interrogarse sobre la existencia de diferencias entre un modelo y otro, y de existir tales diferencias, cuáles son las consecuencias prácticas. Para responder a tal enigma, hay que forzosamente retrotraerse al período de la conquista y allí encontraremos las primeras claves para develarlo.

 

El proceso de conquista en la América del norte por parte de los sajones no contempló la menor posibilidad de mixtura racial. Los Cuáqueros poblaron inicialmente el este del continente con familias provenientes de la Britana, y posteriormente, avanzaron hacia el oeste eliminando todo vestigio posible de las comunidades originarias.

En todo este proceso existió un verdadero tabú sexual tendiente a la protección racial, un verdadero mecanismo de preservación étnica cuyo origen puede encontrarse - entre otras razones - en el nítido carácter insular de la Gran Bretaña. Por el contrario, dentro del sistema diseñado por los íberos a partir de las capitulaciones y demás normas e instituciones que establecieron la relación entre la España y La América, la mixtura estaba perfectamente contemplada.

Cabe destacar ya que la mismísima España llega estos lares luego de amplios períodos de profundo mestizaje, y que los contingentes iniciales de expedicionarios eran de hombres solos. La diferencia surge a primera vista. La nación del norte fue erigida a partir de la preservación absoluta de los componentes étnico - culturales del mundo sajón, y ulteriormente, ante la necesidad del ampliar las bases humanas, se diseñó un "sueño americano", es decir un conjunto de valores abarcativos que permitieran la integración nacional.

En cierto sentido la nacionalidad americana es de base contractual. Resulta un verdadero contrato de adhesión. La del sur por su parte surgió a partir de la mixturación. No hubo tabú sexual. La mezcla inicial entre lo español y lo originario, determinó no solamente el surgimiento de un producto sociológico relevante, es decir de una raza nueva, sino también una forma específica de constitución de la nacionalidad a partir del entrelazamiento.

El modelo de nacionalidad entonces no partió de preeminencia y la convocatoria de un componente racial determinado, sino muy por el contrario, emergió y emerge del sustrato, se construye a partir de relaciones que se producen en el sustrato social. De allí, las dificultades para establecer un destino y un sentido común, pero a la vez, su potencialidad extraordinaria SCALABRINI comprendió la importancia estratégica de la pluralidad de origen y nos legó una tesis que bien valdría la pena profundizar.

Aunque desde algún sector pueda tacharse de anacrónico este debate, recomiendo a los eternos contreras tomarse el trabajo de analizar las líneas de investigación en el campo de sociología de naciones tan particulares como los EEUU, Inglaterra o Alemania, y además, observar sin anteojeras, los eventos políticos que están aconteciendo en el mundo, los que de por sí, obligan a reactualizar polémica sobre la constitución de la nacionalidades.

Provincias como Formosa, han empezado a andar el camino a partir de un concienzudo análisis sobre su propio ser, el ser formoseño, como parte del ser nacional. Es de esperar que nuestro mundillo académico contribuya de una vez por todas con éste, nuestro irrenunciable reto colectivo.”

 
   
4 -Octubre de 2005
 
Página 3 - Indice - Página 5