Patricia Medina 
   
 

Durante la 33º Conferencia General de la UNESCO aprobaron en París la Convención sobre la Diversidad Cultural, destinada a proteger los bienes culturales y evitar que éstos sean tratados como una mercancía. Se trata de una de las iniciativas en defensa de la cultura más importantes en los últimos años.

Esto establece y otorga a los Estados miembros el derecho a fomentar y proteger su producción cultural de la universalidad globalizadora. En época de mercados liberalizados, los bienes culturales reciben ahora una posición especial y se destacan por encima de las mercancías ''normales''

Por primera vez, la comunidad internacional se ha dotado de un instrumento normativo de gran envergadura para afirmar su convicción de que el respeto de la diversidad de las culturas y el diálogo intercultural constituyen una de las mejores garantías de desarrollo y de paz.

En el último decenio del siglo XX surgieron conflictos considerados de origen cultural. El nuevo milenio no ha logrado conjurar la desconfianza hacia los« otros ». Ahora bien, nuestro planeta rebosa de pueblos múltiples, cada uno con su lengua, sus tradiciones, sus técnicas y sus identidades específicas que deberían enriquecer nuestras vidas, al ser fuente de una creatividad inagotable. Pero en la era de la mundialización, ¿es posible seguir viviendo en el rechazo o la ignorancia de esta riqueza?

La diversidad cultural ocupa un lugar central entre las preocupaciones de la UNESCO desde su creación, hace más de 50 años. La aprobación de la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural (2 de noviembre de 2002) ha confirmado una vez más el compromiso de la Organización con el fomento de « la fecunda diversidad de las culturas», con miras a un mundo más abierto y más creativo en el nuevo contexto del siglo XXI.

La cultura no es una mercancía", es lo que enfatiza la Convención sobre la Protección de la Diversidad Cultural. El documento, en su artículo 20 establece la no supeditación de este nuevo instrumento jurídico internacional a ningún otro, incluyendo los acuerdos comerciales. Este es uno de los puntos más denostados por Estados Unidos, país que junto con Israel, se opuso al acuerdo, mientras que 148 Estados dieron su voto a favor, en tanto que Honduras, Nicaragua, Liberia y Australia se abstuvieron.

 

La embajadora estadounidense ante la UNESCO, Louise Olivier, dijo que la convención es "un documento erróneo, ambiguo y proteccionista" que puede equivaler a un cuestionamiento de la libertad de expresión, entre otras razones "porque el término excepción cultural nunca ha sido definido". También quedó clara la postura de los representantes norteamericanos que blanquearon que una convención de esas características va en contra de otros acuerdos como la Organización Mundial de Comercio.

Estas expresiones no sorprenden. Durante dos décadas, Estados Unidos dio la espalda a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), porque consideraba que defendía las ideas de dictadores de izquierda y despilfarraba dinero. Fue en 2003 cuando Washington regresó al organismo internacional, donde ahora sufrió un severo revés. Una aplastante mayoría aprobó en la 33º Asamblea General de la UNESCO, la Convención para la Protección de la Diversidad Cultural.

A pesar de que la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, advirtió que de esta manera quedaría ''destruido'' el trabajo de la UNESCO de los años recientes. Claro, en 1984 los Estados Unidos se retiraron de la UNESCO provocando un cuantioso boquete en su magro presupuesto, y cuando volvieron en el 2004 tan sólo fue para oponerse a múltiples acuerdos que beneficiaban a la mayoría de los países signatarios.

Una nota recibida por Internet expresa ¿Qué mundo se imaginará Condoleezza en el País de las Maravillas? ¿Uno donde negritos, chinitos, indiecitos jueguen tenis y fútbol americano, coman hamburgers & french fries y beban cocas en vasos de cartón? ¿Un mundo en jeans, diseñado a la medida de la american way of life? Hay algo más grave.

Los expertos dicen que esta actitud entraña un menosprecio a las culturas nacionales, una concepción de las culturas como mercancías y, lo peor, "una subordinación de los bienes culturales a las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que trata de reforzar su dominio global, usando su vieja táctica del "garrote y la zanahoria": Si miras cine gringo tienes ayuda, de lo contrario no hay nada".


"Para los latinoamericanos significa un nuevo hito en la defensa de las industrias culturales. A partir de ahora cada uno de los países podrá tomar las medidas que considere conveniente para proteger y promover la diversidad de sus expresiones culturales, este apoyo a la cultura regional redundará en nuevas posibilidades para la creación, producción y disfrute de los bienes culturales y será un impulso para crear trabajo.

 
     
   
 

PLAN DE ACCION:

Se ha establecido un plan de acciones para la aplicación de esta Declaración, donde los Estados miembros se comprometen a:

1. Profundizar el debate internacional sobre los problemas relativos a la diversidad cultural, en particular los que se refieren a sus vínculos con el desarrollo y a su influencia en la formulación de políticas, a escala tanto nacional como internacional; profundizar en particular la reflexión sobre la conveniencia de elaborar un instrumento jurídico internacional sobre la diversidad cultural.

2.
Desarrollar la definición de los principios, normas y prácticas en los planos nacional e internacional, así como de los medios de sensibilización y las formas de cooperación más propicios a la salvaguardia y a la promoción de
la diversidad cultural.

3.
Favorecer el intercambio de conocimientos y de las prácticas recomendables en materia de pluralismo cultural con miras a facilitar, en sociedades diversificadas, la inclusión y la participación de las personas y de los grupos que proceden de horizontes culturales variados.

4.
Avanzar en la comprensión y la clarificación del contenido de los derechos culturales, considerados como parte integrante de los derechos humanos.

5.
Salvaguardar el patrimonio lingüístico de la humanidad y apoyar la expresión, la creación y la difusión en el mayor número posible de lenguas.

6.
Fomentar la diversidad lingüística -respetando la lengua materna- en todos los niveles de la educación, dondequiera que sea posible, y estimular el aprendizaje del plurilingüismo desde la más temprana edad.

7.
Alentar, a través de la educación, una toma de conciencia del valor positivo de la diversidad cultural y mejorar, a este efecto, tanto la formulación de los programas escolares como la formación de los docentes.

8.
Incorporar al proceso educativo, tanto como sea necesario, métodos pedagógicos tradicionales, con el fin de preservar y optimizar los métodos culturalmente adecuados para la comunicación y la transmisión del saber.

9.
Fomentar la “alfabetización electrónica” y acrecentar el dominio de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, que deben considerarse al mismo tiempo como disciplinas de enseñanza y como instrumentos pedagógicos capaces de reforzar la eficacia de los servicios educativos.

10.
Promover la diversidad lingüística en el espacio numérico y fomentar el acceso gratuito y universal, a través de las redes mundiales, a todas las informaciones que pertenecen al dominio público.

11.
Luchar contra las desigualdades en materia de electrónica -en estrecha cooperación con los organismos competentes del sistema de las Naciones Unidas- favoreciendo el acceso de los países en desarrollo a las nuevas tecnologías, ayudándolos a dominar las tecnologías de la información y facilitando a la vez la circulación electrónica de los productos culturales endógenos y el acceso de dichos países a los recursos numéricos de orden educativo, cultural y científico, disponibles a escala mundial.

12.
Estimular la producción, la salvaguardia y la difusión de contenidos diversificados en los medios de comunicación y las redes mundiales de información y, con este fin, promover la función de los servicios públicos de radiodifusión y de televisión en la elaboración de producciones audiovisuales de calidad, favoreciendo en particular el establecimiento de mecanismos cooperativos que faciliten la difusión de las mismas
.
13. Elaborar políticas y estrategias de preservación y valorización del patrimonio cultural y natural, en particular del patrimonio oral e inmaterial, y combatir el tráfico ilícito de bienes y servicios culturales.

14. Respetar y proteger los sistemas de conocimiento tradicionales, especialmente los de las poblaciones autóctonas; reconocer la contribución de los conocimientos tradicionales a la protección del medio ambiente y a la gestión de los recursos naturales, y favorecer las sinergias entre la ciencia moderna y los conocimientos locales.

15.
Apoyar la movilidad de creadores, artistas, investigadores, científicos e intelectuales y el desarrollo de programas y de asociaciones internacionales de investigación, procurando al mismo tiempo preservar y aumentar la capacidad creativa de los países en desarrollo y en transición.

16.
Garantizar la protección de los derechos de autor y de los derechos conexos, con miras a fomentar el desarrollo de la creatividad contemporánea y una remuneración justa del trabajo creativo, defendiendo al mismo tiempo el derecho público de acceso a la cultura, de conformidad con el Artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

17.
Ayudar a la creación o a la consolidación de industrias culturales en los países en desarrollo y los países en transición y, con este propósito, cooperar en el desarrollo de las infraestructuras y las competencias necesarias, apoyar la creación de mercados locales viables y facilitar el acceso de los bienes culturales de dichos países al mercado mundial y a los circuitos de distribución internacionales.

18.
Elaborar políticas culturales que promuevan los principios inscritos en la presente Declaración, entre otras cosas mediante mecanismos de apoyo a la ejecución y/o de marcos reglamentarios apropiados, respetando las obligaciones internacionales de cada Estado.

19.
Asociar estrechamente los diferentes sectores de la sociedad civil a la definición de las políticas públicas de salvaguardia y promoción de la diversidad cultural.

20.
Reconocer y fomentar la contribución que el sector privado puede aportar a la valorización de la diversidad cultural y facilitar, con este propósito, la creación de espacios de diálogo entre el sector público y el privado.


 
 
 
17 -Noviembre-Diciembre de 2005
 
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