Cesar “Capullo” Medina
   
 

Las corrientes migratorias hacia el territorio nacional Formosa provenían de tres direcciones diferentes que nos dieron un aspecto cultural heterogéneo. Por el Este y Noreste la corriente guaranítica, por el Sur los gringos, chaqueños y correntinos y por el Oeste, Sur Oeste y Noroeste los criollos del chaco salteño y santiagueño. Si le sumamos los pueblos originarios de las etnias Toba, Wichí y Pilagá podremos comprender el sesgo pluricultural de nuestra provincia.

La región Este fue poblada mayoritariamente por paraguayos, muchos de ellos sufriendo el destierro de su patria por cuestiones políticas y otros que emigraron en busca de trabajo para quedarse definitivamente. Esta corriente se extiende de Este a Oeste hasta la zona de Comandante Fontana, disminuyendo gradualmente hasta prácticamente desaparecer en la zona de Las Lomitas y Juan G. Bazán, a la inversa de la "criolla" o "chaqueña" cuya mayor población se encuentra en la región Oeste, siendo muy escasa hacia el Este del pueblo de Palo Santo.

Así, el Oeste formoseño está poblado por viejos salteños, santiagueños, en menor medida tucumanos y chaqueños y sus descendientes, quienes mantienen a ultranza sus costumbres transmitidas de generación en generación desde su tierra de origen, para afianzarse en esa región de nuestra provincia con una fuerte identidad cultural muy diferente a la del Este cuyos pobladores mayoritariamente pertenecen a la corriente cultural guaranítica.

El hombre del Oeste es muy apegado a sus costumbres tradicionales las que manifiestan en la danza, la poesía, la música, las fiestas, el trabajo, la comida, la vestimenta, en el lenguaje y el acento, le dan una característica que marca una diferencia con las demás culturas coexistentes en nuestra provincia. Es común ver en el Oeste grandes patios de tierra donde jóvenes, ancianos, niños, hombres y mujeres todos por igual bailan con naturalidad nuestras danzas tradicionales como el Gato, el Escondido, la Chacarera o la Zamba con un estilo tradicional sencillo.

Hombres y mujeres entonan coplas consistentes en cuatro versos con rimas asonantes o consonantes indistintamente, cuya temática responde a las necesidades del momento y versan sobre el amor, la amistad, el trabajo, el sufrimiento, la dicha, la cuestión social, etc. Suelen ser verdaderas sentencias sobre la existencia del hombre y la vida. El Dr. José R. Bergallo en su libro "Pilcomayo Abajo" refiriéndose al hombre del Oeste dice: "..Cuando se divierten, el salteño -más simple e instintivo-, entona al son de la "caja", sencillas frases asonantes, que, monótonamente repite sin cesar, hasta que lo tumban el sueño y el cansancio;..."

Comúnmente se los conocen como "chaqueños" o "criollos" y su preferencia laboral está relacionada con la cría de ganado mayor y menor, el manejo del caballo y todo lo que tenga que ver con los trabajos rurales en un medio duro y agreste donde los campos han sido cubiertos por distintas especies de leñosas invasoras. Allí desarrolla sus actividades rurales el hombre del oeste formoseño que utiliza coleto, guardamontes, sombrero retobado, pecheras y polainas para protegerse él y su caballo de las ramas y espinas en la maraña del monte.



VIEJO LAZO RAMALEADO

Recuerdo que te trencé
con ganas como ninguno
fuiste un cuero de toruno
eras fuerte y muy certero.
Te luciste en los potreros
en las yerras y las estancias
pero el tiempo y su arrogancia
debilitaron tus tientos
hoy al verte yo presiento
que tus trenzas se han cortado
estás viejo y arrollado
tu estampa se fue perdiendo
igual te sigo queriendo
viejo lazo ramaleado.

Hoy te veo abandonado
carcomido por polillas
ya no luce tu presilla
y sin yapa te has quedado.
Por ahí andarás colgado
adornando algún horcón
o en el fondo del galpón
añorando aquellos tiempos
cuando lucían tus tientos
al anca de un redomón.

La pucha si t' he cuida'o
jamás te ablandé con cebo
por costumbre que conservo
solía dejarte estira'o.
Al verte ya avejenta'o
maltratado por el sol
con la bosta en digestión
al terminar la carneada
sobre el cuero te verdiaba
para que luzcas mejor.

 

 

   

Su ensillado, y elementos de trabajo lo constituyen la montura de cabeza baja, tambeadores de cuero crudo graneado a mano, maneadores, cabezada, riendas y el indispensable lazo "patero" consistente en una trenza de cuatro tientos muy resistente y no más de cuatro metros de longitud que se utiliza para capturar animales ariscos o baguales en la espesura del monte, donde resulta imposible "enlazar" de una manera convencional con revoleo previo de la armada y los rollos del lazo. El corredor del monte utiliza el lazo corto o "patero" en sus veloces corridas para "echar de las patas" al bagual, lo que significa capturarlo ciñéndole el lazo en las patas traseras.

El Dr. José R. Bergallo en la obra citada, avanza en su descripción diciendo: "...El Oeste en cambio fue invadido por corrientes inmigratorias salteñas, que, conduciendo grandes rodeos de hacienda vacuna, venían a establecerse en las fértiles praderas del Bermejo, donde crecen el "pasto crespo" y la "tramontana" dos forrajeras aborígenes de reconocida eficacia para el engorde del ganado.

Descendientes del calchaquí (no del coya), son por lo general, tipos altos, delgados, angulosos, fornidos. Jinetes consumados, entran y salen a todo galope de la maraña espesa -allí donde una red de pencas y arbustos espinosos, desgarran las carnes del hombre civilizado a cada paso- sin mostrar una rasgadura en sus ropas. Sufridos, resistentes, habilidosos, tenaces, su ideal no es el de llegar a ser "domadores", cual aspiran los paisanos del sur de la República, sino "corredores de monte"; por eso, en vez de "culero" usan desde que nacen, "guardacalzón y "coleto". Sus fiestas, a base más de "aloja" que de otras bebidas refinadas, duran varios días, como si prolongaran la embriaguez, tratando de olvidar un infortunio..."

Estas costumbres vinieron de otras regiones del país de las manos de los primeros pobladores de esa vasta región del oeste formoseño para quedarse y perdurar, pues el hombre "criollo" es orgulloso de su origen y se jacta de ser "tradicionalista" a ultranza. El gran poeta y amigo que en vida fuera don Mario Esteban Bejarano también se refiere al hombre del Oeste: "...tiene el monte incrustado en sus ojos y por consiguiente, se puede decir que conoce todos sus secretos, todos sus laberintos, todos sus peligros.

Pese a su franca pobreza el hombre del oeste es orgulloso, altivo, honesto y orgulloso de su estirpe, de su herencia, de sus vínculos de sangre, pero no por eso es pedante ni genuflexo; es él y su circunstancia. Es localista por excelencia y hace honor a su terruño y allí donde se aquerencia, se planta a esperar el tiempo que vendrá sin desesperarse porque se siente seguro de sí mismo. El criollo actúa siempre a cara limpia, sin caretas en el rostro, porque siempre va de frente y nada de sí tiene que disimular, al contrario, siempre actúa tal cual es y como es, porque entiende que por méritos propios tiene que escalar altura. No sabe ofender, ni tampoco admite ofensa, se conduce sin ninguna soberbia y para él la mayor expresión de hombría es saber respetar al semejante con ese respeto que exige para sí mismo.

Eras de siete brazadas
y parejito en la trenza
especial pa' la destreza
de un criollo bien campero.
Por eso tan solo quiero
recordarte en estos versos
que en tu homenaje los dejo
prolijamente trenza'os
con los tientos devira'os
con esmero y bien parejos.

En mis tiempos de muchacho
siempre fuiste mi ladero
tu presilla en mi asidero
bien prendida siempre estaba.
Recuerdo que en las pialadas
eras famoso en los volca'os
aunque nunca anduve corta'o
una vez jugando al truco
en el boliche del turco
casi te dejo empeña'o

 

   
11 Marzo de 2005
 
Página 10 - Indice - Página 12