El 30 de mayo se celebra el Día Nacional del Donante de Organos y Tejidos.

La donación de órganos se percibe en abstracto como un acto que ocurre cuando una persona fallece; la donación y el trasplante de órganos son percibidos como experiencias ajenas a la realidad de la mayoría de la sociedad, que denota su desconocimiento hacia este tipo de procesos.

Para quien goza de buena salud es casi imposible percibir el dolor, la ansiedad, la depresión e impotencia que padece un enfermo; donar o recibir un órgano parece estar lejos del entorno de la mayoría de las personas cuando, en sus vidas, todo marcha bien con su salud y la de su familia, pero es bien conocido que la salud no es para siempre y que nadie está exenta de perderla. No es un simple problema de algunos doctores y muchos enfermos; es un problema de carácter moral que envuelve a toda la sociedad.
La donación de órganos se percibe en abstracto como un acto que ocurre cuando una persona fallece; la donación y el trasplante de órganos son percibidos como experiencias ajenas a la realidad de la mayoría de la sociedad, que denota su desconocimiento hacia este tipo de procesos. Así, se presenta como algo que sucede en la vida de los otros, y no se tiene conciencia de que todos y cada uno de los miembros de la sociedad están expuestos tanto a requerir un trasplante como en un momento dado, a ser candidatos a ser donantes. La necesidad de un órgano o el ser donantes se percibe más como un problema individual o de una familia en especial, que como un problema social.

El paso a paso

El inicio del proceso de un operativo de trasplante se da cuando se detecta un posible donante (fallecido por muerte encefálica) en el área de cuidados intensivos de un hospital en cualquier lugar del país. El médico de guardia o a cargo se pone en comunicación con el organismo jurisdiccional de su provincia, en el caso de Formosa, el CUCAIFOR, o con el INCUCAI, para coordinar los pasos del proceso.
Luego viene la certificación de la muerte, es el momento en que se constata el fallecimiento de la persona utilizando criterios neurológicos -muerte encefálica-. Esto es posible sólo cuando los pacientes fallecen en unidades de terapia intensiva, y el resto de las funciones del cuerpo se pueden sostener artificialmente.
Una vez diagnosticada la muerte, los cuidados intensivos están destinados a mantener la oxigenación de los órganos para garantizar la viabilidad de los mismos con fines de trasplante. También se realizan estudios de laboratorio para determinar qué órganos son viables para trasplante y la ausencia de enfermedades infectocontagiosas.
Para saber si el fallecido dejó constancia expresa de su voluntad de donar los órganos se consulta en el Registro Nacional de Expresiones de Voluntad. Si la persona manifestó en vida su voluntad afirmativa, se comunica a la familia y se procede a la ablación de sus órganos. Si en cambio, manifestó su voluntad negativa, se comunica a la familia y se suspende el proceso. Si no hay constancia expresa, se presume que es donante (donante presunto) y se le pide a la familia que dé testimonio de la última voluntad del fallecido respecto a la donación. En caso de menores de 18 años, siempre se solicita la autorización familiar para poder realizar la ablación.
Es entonces cuando con las características biológicas y grupo sanguíneo del donante se inicia la búsqueda de los posibles receptores a través de un sistema informático denominado SINTRA. Se toma en cuenta el grado de urgencia del receptor, la compatibilidad biológica entre donante y receptor para evitar el rechazo, la edad y la antigüedad en lista de espera.
Una vez asignados los órganos, los centros de trasplante preparan a sus pacientes para la intervención. Al mismo tiempo, en el hospital donde se encuentra el donante se inicia la ablación (extracción de los órganos). Luego el cuerpo del fallecido, que es tratado con el mayor de los respetos, es entregado a la familia en perfectas condiciones, sin alterar su apariencia.
El traslado de órganos y tejidos se realiza con equipos especiales que garantizan su total asepsia y conservación. Según el órgano, puede conservarse en estado óptimo de 4 a 36 horas, hasta su posterior implante.
Cuando los órganos llegan al centro de trasplante, se procede al implante de los mismos en los receptores (intervenciones quirúrgicas que duran varias horas). De esta forma culmina el proceso.
24-05-2011 | Cargada en Salud - Fuente: Subsecretaría de Comunicación Social