No
lo hizo acompañado de alguien como muchas veces
suele suceder. No; llegó a la escuela solo. Respetuosamente
pidió permiso; entró al despacho del Director. Fue
recibido y saludado cariñosamente.
-Señor: quisiera que me inscribiera en
cuarto grado. Ayer llegué a esta ciudad. Vengo de la Capital
Federal. Paro en casa de unos señores amigos. Me recomendaron
esta escuela.
Seguro
y cortante. Serio. Su hermoso rostro, no dejaba reflejar
reacción alguna. Parecía de piedra.
Bien vestido. Un guardapolvo impecable, limpio, bien planchado,
vestía su cuerpecito delgado. Camisita celeste, corbata
azul, calzado fino, bien lustrado.
Un mechón rubio, caíale descuidadamente sobre su
frente.
-Como no,
hijo. Con mucho gusto. Siéntate.
Nombre y apellido?
-Juan Señor; Juan Echegoyen
-Edad?
-En Junio cumpliré 10, Señor
-Padre, Tutor o Encargado; sabes lo que quiero preguntarte?
-Sí Señor. Tutor. Esteban Echeverría
-De qué escuela vienes?
-De la Municipal 18 de Buenos Aires
-Te dieron Libreta?
-Sí Señor; aquí está.
-Bueno vení hijo; iremos al grado. Te presentaré
a tu nueva maestra y compañeritos.
Salieron
juntos. Le siguió en silencio. Cuando llegaron
al aula, oyó como el Director decía:
-Srta. Giménez; aquí tiene un nuevo alumno.
Ella, bonita, esbelta, elegante, alta, se le acerca y le da un
beso. Mucho gusto le dice.
Se sintió atraído de inmediato.
Lo
hizo pasar y fue presentándole uno por uno, a
cada nuevo compañero. El Director ya había salido.
-Como te llamas querido?
-Juan, Srta., Juan Echegoyen.
-Bien Juan, siéntate en este banco. Sabes? estamos en hora
de lectura. Quieres escuchar o prefieres mostrarnos como lees?
-Si desea, voy a leer Srta.
-Perfecto Juan. Te felicito. Veo eres un niño seguro de
si mismo.
Un
total silencio se produjo en el ambiente. Veintitantos
rostros infantiles y un adulto, quedaron expectantes, mirando
atentamente al nuevo alumno/compañero, que, recién
llegado, se ofreció a leer a primera vista. Tomó
correctamente el libro y comenzó: