El sol de un enero amarillo canta su oración matutina con un coro de chicharras en una esquina mágica que guarda algunos misterios atesorados en el tiempo, y que solamente habitan como iconos alegóricos, en el corazón de los pueblos que riegan sus raíces con amor y reconocimiento.

Hoy es el día 22, en un cobijo esquinado del Barrio San Miguel, casi sobre el callejón ferrovial. En la casa de "Flechita" rebosan las bendiciones, cumple 98 años Doña María Belén Flecha, para nuestro amor "Ña Belén", la rezadora más antigua que recuerda este cacho de suelo formoseño.

Como cada rincón de la antigua Formosa, la otrora Chacra 8 guarda con celo familiar estas reliquias que alimentan con su savia nuestras venas y nos recuerda desde donde venimos y nos aclara hacia donde vamos. Este mágico vecindario cultiva y cosecha espíritus inmensamente ricos, que aun son capaces de venerar a sus mayores con unción casi religiosa
 

Llegamos a la casa que habita doña Belén de la mano de "Tinga" Deolas, otro duende soñador y formoseño, y pudimos atesorar en nuestros corazones los valores perennes que afloran en cada palabra, en cada gesto y en cada bendición que brota naturalmente de su rostro y sus manos arrugadas.

Podríamos llenar varias páginas de esta publicación con las tradiciones puebleras que escuchamos de sus labios, pero queremos, en esta breve evocación, solamente rendir un emocionado homenaje a esta joya personificada de la historia de nuestro pueblo.

Dejamos la casa de "Flechita" tras la serenata, cuando las primeras sombras de la noche se insinuaban sobre el Barrio. Un Pombero, que aun vive en esos mángales, nos despidió con un silbido al doblar la Marcial Rojas, la guitarra atesoraba el eco de la última nota y los corazones parecían desbocarse en el pecho. ¡ Felicidades Ña Belén!

 
 
6 Febrero de 2005
 
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