Recopilación de sermones de "P. Benito López"
 
 
La Navidad es la fiesta anual que recuerda el nacimiento de Jesucristo. Todos los pueblos cristianos celebran, bajo las más diversas formas este día de bello simbolismo, que está revestido con un triple significado: es el símbolo del nacimiento eterno del verbo divino, segunda persona de la Trinidad; es el aniversario del nacimiento del Dios-Hombre, y es la imagen del nacimiento espiritual de la comunidad cristiana, cuerpo místico de Jesús.

El origen de la fiesta de la Navidad o Natividad, -ambos términos son igualmente validos-, no es conocido con exactitud. San Crisóstomo la menciona en uno de sus escritos, redactado hacia el año 380, y habla de ella como una costumbre antigua. La festividad parece haber sido celebrada en diversidad fechas por los primeros cristianos, pero el Obispo Romano Liborio ordenó en el año 354 según algunos historiadores – que la fecha oficial y definitiva fuese el 25 de diciembre.

Con el transcurso del tiempo y descubierto el Nuevo Mundo, la hipotética primera Navidad bajo el signo de la Cruz para el continente colombino habría sido, precisamente, la del año 1492. No lo fue, sin embargo, exactamente, porque ese año, Colón solo descubrió unas islas en la costa centroamericana. Pese a ello, en su primer viaje, la Navidad de 1492 sorprendió al cristiano almirante en tierra americana en las regiones del Caribe. Allí, habiendo sucumbido cerca del litoral de la hoy costa dominicana la nave Santa Maria, Colón levantó con sus restos el fuerte de Navidad, donde dejó 43 hombres, emprendiendo el regreso a la Península, a bordo de la Niña, en enero de 1493.

La primera Navidad en tierra argentina se celebró de seguro, el propio día 25 de diciembre de 1527 en el fuerte de Sancti Spiritu, en territorio de la hoy, provincia de Santa Fe.
En cuanto al lejano norte argentino, seguramente fue la ciudad de Santiago del Estero una de las primeras poblaciones de nuestro país que, en orden cronológico, se aprestaron, desde antiguo, a la celebración navideña. En el nordeste, Asunción y Corrientes también se sumaron a estas celebraciones. A toda esa tradición Española se le agregaron, en cada región, elementos simbólicos propios del lugar.
 
La celebración de la Navidad, hecha tradición y costumbre en nuestros pueblos, dio lugar a lo que denominamos la Navidad criolla. La costumbre de presentar o “preparar” pesebres - también llamados belenes o nacimientos- es parte de la vida de nuestra gente y tanto los pormenores de su organización, como de su exhibición, origina alegría y regocijo en sus protagonistas y demás miembros de la comunidad. En Formosa, particularmente en la zona del este provinciano, las flores de la palma caranday sirven de techumbre del tradicional pesebre, mientras que los frutos de la estación se colocan como un humilde presente de la familia formoseña al Niño Dios.

AsÍ reflexionaba el Padre Benito LOPEZ, el recordado Paí Benito, ante lo que el consideraba nuestra Navidad: Dios nos ha dicho, les enviaré un Salvador. Él ya está entre nosotros, vive y actúa pero lo desconocemos. Dios ha cumplido su promesa pero nosotros no hemos reconocido a su enviado.

Navidad es el momento del encuentro con Jesús, es la ocasión para recibirlo.
Pero para recibir al Salvador no se puede estar solo, se necesita la compañía del amigo, la reconciliación con el vecino, el pedido de perdón entre parientes, el olvidar ofensas y peleas.

Todo egoísmo, orgullo, competencia que produzca la separación con otros, son obstáculos para el encuentro con Jesús. Es vestido, la casa renovada, la comida, la fiesta, son solo elementos que pueden ser utilizados para fomentar la unidad con parientes, amigos y conocidos; son cosas que demuestran la importancia que damos a la Navidad pero solo son apariencias y no celebración religiosa.
 
La Navidad es:
 
  • Cambiar desde nuestro interior, dejar de lado nuestras actitudes egoístas para pensar en los demás.
  • Decidirnos a ser buen vecino.
  • Empezar a amar el barrio en que vivimos y preocuparnos por colaborar en las solución de las necesidades del vecindario.
  • Buscar la forma de fomentar la unidad y el trabajo en conjunto.
  • Reconocer nuestros defectos, ser capaces de dar el brazo a torcer, para lograr la unidad de nuestra familia.
  • Hacer que Dios esté presente en nuestra vida para vivir de acuerdo con su palabra.
 
 
 
12 -Enero de 2005
 
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